Eje 2: Coaliciones territoriales y globales para la financiación del desarrollo económico local sostenible
La financiación para el desarrollo económico local (DEL) es un componente esencial para impulsar el progreso territorial sostenible e inclusivo. Esta temática, relevante por su impacto multidimensional, va más allá de simples inversiones, y debe alinearse con objetivos definidos conjuntamente por los actores territoriales, considerando las características y necesidades de cada contexto. Este enfoque estratégico busca no solo fomentar el crecimiento económico, sino también mejorar la calidad de vida y reducir desigualdades.
El financiamiento debe ser parte de una estrategia integral que abarque sectores clave como infraestructura, educación y salud. Por ejemplo, la inversión en infraestructura no solo mejora la conectividad y reduce costos logísticos, sino que también puede aumentar la competitividad de los territorios en mercados globales. Sin embargo, reducir costos de transporte puede abrir la puerta a productos de competidores externos, lo que subraya la necesidad de políticas complementarias que protejan a los productores locales.
De igual manera, las inversiones en educación y salud fortalecen el capital humano, un recurso esencial para la productividad y la innovación. Pero si estas iniciativas no van acompañadas de la generación de oportunidades laborales, existe el riesgo de que la mano de obra capacitada migre en busca de mejores opciones, dejando un vacío en los territorios de origen. Esto resalta la importancia de adoptar una visión sistémica al planificar el financiamiento para el DEL, asegurando la coherencia entre inversión, capacitación y empleo.
El financiamiento para el desarrollo desempeña un papel crucial en la reducción de desigualdades. Programas que apoyan el acceso a vivienda, agua potable y microcréditos mejoran las condiciones de vida de las poblaciones más vulnerables, permitiéndoles participar activamente en la economía. Además, la inclusión financiera, facilitada por herramientas como la banca móvil y microfinanzas, permite a pequeñas empresas y personas acceder a servicios financieros básicos, promoviendo el crecimiento equitativo.
La orientación hacia iniciativas sostenibles y socialmente responsables está transformando el panorama financiero. Conceptos como «finanzas sociales», «banca ética» y «bonos de impacto social» se están integrando cada vez más en las estrategias de desarrollo. Por ejemplo, la Resolución de la OIT sobre trabajo decente y economía social y solidaria adoptada en 2022 subraya la necesidad de instrumentos financieros específicos para apoyar estas iniciativas.
En un contexto de cambio climático, las inversiones deben priorizar proyectos que no solo impulsen el crecimiento económico, sino que también protejan el medio ambiente y fomenten la resiliencia ante desastres naturales, y la vinculación entre financiamiento y sostenibilidad es clave para garantizar un desarrollo equilibrado.
La Agenda de Acción de Addis Abeba adoptada en el año 2015, en su artículo 34, reconoce el papel crucial de los gobiernos subnacionales en la implementación de la agenda global de desarrollo. Fortalecer su capacidad financiera y vincularla con la participación ciudadana es esencial, y esto incluye la promoción de servicios básicos, infraestructuras locales y el desarrollo de capacidades institucionales. En países menos desarrollados y estados insulares, la cooperación internacional es fundamental para garantizar el acceso a recursos y asistencia técnica.
Los modelos tradicionales de financiamiento, basados en fondos gubernamentales, inversión privada y créditos bancarios, enfrentan limitaciones importantes. Las pequeñas y medianas empresas (PYMES) y los emprendedores encuentran barreras significativas, como la falta de garantías o historial crediticio, y los presupuestos gubernamentales suelen ser insuficientes o estar sujetos a restricciones fiscales.
En este contexto, surgen ecosistemas de financiación territoriales innovadores como una alternativa eficaz. La diversificación de fuentes de financiamiento incluye herramientas como fondos de capital riesgo, microfinanzas y crowdfunding, que democratizan el acceso al capital que, combinados con alianzas multisectoriales, crean entornos propicios para el desarrollo económico local.
El sector público desempeña un rol crucial en estos ecosistemas mediante incentivos fiscales y apoyo regulatorio, mientras que el sector privado aporta inversión y conocimiento. La colaboración estratégica entre ambos sectores potencia el impacto de estas iniciativas.
En el marco del VI Foro Mundial de Desarrollo Económico Local (WFLED) y la Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo (FfD4), se destacan áreas clave para abordar la financiación del DEL:
- Políticas nacionales y descentralización: Fortalecer la financiación local mediante la descentralización fiscal.
- Ecosistemas territoriales de financiación: Promover cooperativas, microfinanzas y crowdfunding.
- Alianzas público-privadas: Mejorar la infraestructura local y generar empleos.
- Movilidad humana y remesas: Aprovechar las remesas para proyectos locales.
- Responsabilidad territorial y ESS: Involucrar a entidades de la economía social y solidaria.
El financiamiento para el DEL debe evolucionar hacia modelos que integren innovación, sostenibilidad y equidad, y esto implica diversificar fuentes, promover la colaboración multisectorial e incorporar herramientas financieras adaptadas a las dinámicas locales. Los diálogos entre actores territoriales, gobiernos nacionales y organismos internacionales son esenciales para articular propuestas efectivas.
Un financiamiento bien diseñado no solo impulsa el desarrollo económico local, sino que también contribuye al logro de objetivos globales como los ODS, fortaleciendo territorios resilientes, sostenibles e inclusivos.