Eje 1: La triple transición, trabajo decente y justicia social
En el mundo actual, la humanidad enfrenta desafíos profundos e interconectados que exigen respuestas rápidas y transformadoras. Los efectos del cambio climático, las revoluciones tecnológicas y los cambios demográficos están alterando la estructura social, económica y laboral. Esta triple transición representa tanto una oportunidad como un desafío, y en este contexto, es fundamental adoptar el concepto de Transición Justa, un marco que integra sostenibilidad, equidad y trabajo decente.
La triple transición describe tres grandes transformaciones globales: la transición verde, digital y demográfica. La transición verde busca mitigar el cambio climático promoviendo economías sostenibles, aunque podría afectar sectores tradicionales como los combustibles fósiles. La transición digital está revolucionando el empleo y la economía, creando oportunidades, pero también excluyendo a quienes carecen de acceso a tecnología o formación. Por su parte, la transición demográfica, impulsada por el envejecimiento y la migración, desafía los sistemas de salud, seguridad social y mercados laborales, especialmente en países en desarrollo. Estas transiciones exigen políticas inclusivas para la defensa de los derechos de todas las personas para maximizar beneficios y mitigar desigualdades.
Estas transiciones, si bien necesarias, pueden exacerbar las desigualdades existentes, dejando a las comunidades más vulnerables al margen.
En este contexto, garantizar el trabajo decente es una prioridad. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), un trabajo decente incluye condiciones laborales seguras, derechos fundamentales, igualdad de oportunidades y acceso a la protección social y cuidados. Este modelo es esencial para asegurar que los beneficios del cambio sean equitativos y que las personas tengan las herramientas necesarias para adaptarse a nuevas realidades.
La justicia social, por su parte, busca reducir desigualdades económicas, sociales, ambientales, culturales y políticas. Promueve la distribución equitativa de recursos, derechos laborales y la participación de todas las personas en la toma de decisiones. Es un componente esencial para construir una sociedad inclusiva y resiliente frente a los cambios estructurales.
El concepto de Transición Justa ha ganado protagonismo en debates globales, especialmente en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París. Este enfoque busca garantizar que las comunidades, trabajadores y sectores económicos afectados por la transición hacia economías verdes y digitales no sean abandonados.
La Transición Justa no es solo un objetivo ambiental; es un modelo de transformación socioeconómica inclusiva que implica: promover la equidad, protegiendo a las comunidades vulnerables y evitando desigualdades; garantizar una protección laboral, creando trabajos decentes en sectores sostenibles y ofreciendo formación para desarrollar nuevas habilidades. Además, fomenta la participación activa, involucrando a trabajadores, comunidades y actores sociales en la toma de decisiones. Este modelo busca transformar economías de manera inclusiva, equilibrando progreso económico, social y ambiental.
Pese a sus beneficios potenciales, implementar una Transición Justa enfrenta desafíos significativos:
- Dependencia de industrias tradicionales: En muchas regiones, sectores como la minería y la manufactura intensiva en carbono son pilares económicos. Transformar estas industrias sin desestabilizar las economías locales requiere inversiones y estrategias cuidadosas.
- Financiación: Las transformaciones estructurales demandan grandes recursos. Es necesario movilizar fondos locales e internacionales, además de incentivar la inversión privada en tecnologías limpias.
- Desigualdad de género: Si no se toman medidas concretas, las mujeres pueden quedar relegadas en los nuevos empleos verdes debido a barreras estructurales y estereotipos de género.
- Capacitación y formación: Equipar a las personas trabajadoras con las habilidades necesarias para adaptarse a nuevas industrias es crucial, pero requiere tiempo y recursos.
- Resistencia al cambio: Las comunidades y empresas pueden resistirse a abandonar prácticas tradicionales. Superar esta barrera demanda diálogo social y apoyo financiero.
Superar los desafíos de las transiciones globales exige un enfoque integral, basado en acciones estratégicas y colaborativas. La planificación económica diversificada debe priorizar inversiones en energías renovables, eficiencia energética y agroecología, impulsando empleos verdes y sostenibles. Al mismo tiempo, es crucial implementar programas de formación profesional que preparen a los trabajadores para las demandas de las economías del futuro.
Un diálogo social inclusivo garantice la participación activa de gobiernos, empresas, sindicatos y ciudadanía en el diseño de políticas transformadoras. Además, las políticas específicas de género deben promover igualdad de acceso en sectores emergentes, eliminando barreras estructurales para las mujeres.
El fortalecimiento de los sistemas de protección social es esencial para proteger a los más vulnerables durante los periodos de transición. Por último, la cooperación internacional debe movilizar recursos y construir alianzas globales que respalden a los países de menores ingresos en su camino hacia economías sostenibles y equitativas.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) destaca que una Transición Justa no solo tiene beneficios económicos, sino también el potencial de impulsar cambios sociales profundos. Reformar sistemas existentes puede fortalecer la equidad climática y la igualdad social, generando beneficios a largo plazo para todas las comunidades.
Sin embargo, este enfoque debe priorizar a las comunidades más vulnerables, que son las más afectadas por las perturbaciones económicas, la inflación y los riesgos de endeudamiento. Para ello, es esencial garantizar que los costos de la transición se distribuyan equitativamente, brindando apoyo específico a quienes más lo necesiten.
Los próximos años serán decisivos para determinar si las transiciones hacia economías verdes y digitales serán un motor de desarrollo equitativo o un factor de exclusión. Adoptar un enfoque basado en la justicia social y el trabajo decente es la única manera de garantizar que nadie quede atrás en este proceso.
La Transición Justa es una oportunidad para redefinir cómo producimos, consumimos y convivimos, sentando las bases de un futuro verdaderamente sostenible para todas las generaciones.